Érase una vez, en una profunda concha marina, una princesa sirena que nació entre los cantos de las ballenas.
Su voz sonaba diferente a ballenas y delfines. Eso la acomplejaba. Pero veía sus manos, y no eran iguales que las de los demás peces.
Recorrió los mares en busca de semejantes, y como no los encontró salió a la superficie. Sentada esperó en una roca, hasta que vio un barco. Como no sabía hablar, cantó, y los marineros se quedaron tan embelesados por su canto, que durante los siglos venideros narraron cómo eran demonios que los engatusaban.
MORALEJA: EXISTE TANTO MIEDO A EQUIVOCARSE PORQUE LOS EJEMPLOS DE LOS DEMÁS NOS HAN TENIDO QUE ENSEÑAR EL CAMINO ESTABLECIDO.