Había una vez en una lejana ciudad, un transitado bar regido por un interesado empresario que en su trato con la licorería obtuvo la mejora que quería: más intereses por botellas vendidas.
Meditando un día en el bar sobre cómo vender más, se percató de que quiénes hablaban dejaban de beber. Y que quiénes bebían se unían con sus compadres bebedores y llenaban la pista de vítores.
Por eso le dijo a los músicos que subiesen el volumen para que no pudiesen hablar:
- ¡MÁS! ¡MÁS ALTO! ¡MÁS!
El elevado alboroto atrajo a más gente, y no les permitió presentarse sino al camarero.
Y fue así como nació la primera discoteca.
MORALEJA: MOJARSE LA GARGANTA CON ALCOHOL PARA LIGAR MEJOR ES UNA CONSECUENCIA DEL RUIDO DE LA HABITACIÓN.