Hubo una vez, hace mucho tiempo, un antiguo homo sapiens que empezó a hablar. Lenguaje y pensamiento están íntimamente conectados, y por ello cada cosa para la que empezaba a articular su lenguaje, empezó a articularse en su pensamiento.
Por supuesto, era una inteligencia muy rudimentaria, y no tardó mucho tiempo en explicar muchas cosas por la gracia de Dios. Y así, fue como nació Dios: ante necesidades físicas y metafísicas.
Freud lo desginó en su obra "el Malestar en la Cultura" como una necesidad de afrontamiento ante la muerte del padre. Nietzsche, por su parte, dijo que debíamos ser fuertes sin ese concepto y afrontar lo insondable e impetuoso de nuestra vida. "Dios ha muerto".
Pero aquí y ahora, llamemos a Dios, con el permiso de nuestra cultura, como lo que es: Dios es una categoría del lenguaje.
Hace miles de años, ese homo sapiens se secregó por el mundo, tuvo una descendencia, a la que propagó sus conocimientos; y a lo largo de todo este tiempo, tal y como la gramática cambió, cambiaron nuestros conceptos para la categoría Dios, los conceptos que englobaban y excluían esa categoría, e incluso nuestras propias relaciones con dicha categoría.
Pero en todo momento, ha sido una categoría del lenguaje, y por tanto, del pensamiento.
MORALEJA: DIOS ES UNA CATEGORÍA DEL LENGUAJE.