Iniciado por
Italico
He puesto las dos cartas para que se vean dos puntos de vista contrapuestos. Aquí solo se oye a los que acusan a Tsipras, y es cierto que fue un pelín bocazas prometiendo lo que no podía cumplir. Cuando Syriza se presentó a las elecciones Grecia era el segundo país más endeudado del mundo, incluso sus cuentas públicas estaban falseadas, y lo sabía. Creo unas expectativas que sabía que no podía cumplir (o al menos debería haberlo sabido) porque el nivel de descontrol, abuso, despilfarro, corrupción y desobediencia civil en materia fiscal eran tan graves que se va a necesitar un gran pacto de Estado y añoa de concienciación social a todos los niveles para enderezar el rumbo del país. Eso es lo que hay y eso es lo que Tsipras, Varoufakis y en general Syriza entera debió haber dicho a su pueblo, y después (si ganaban) ponerse a currar desde el primer día para ir poniendo orden progresivamente. Las cosas como son.
Ahora bien, desde mi punto de vista el griego tiene razón en algo. Se trata de qué hacer con la deuda. A Alemania le han perdonado lo más grande. Parte de su resurgimiento como potencia mundial ha sido gracias a las condonaciones de sus débitos Algunos datos:
- Tratado de Versalles: Alemania fue condenada a pagar reparaciones de guerra por 226.000 millones de marcos de oro, una cifra imposible. Entre 1924 y 1929, la república de Weimar se mantuvo casi exclusivamente de los préstamos recibidos de EEUU (más de un billón de dólares), destinados en parte a sufragar las indemnizacione. Pero la situación para Alemania se hacía insostenible, y el crack del 29 abrió la posibilidad a la renegociación de la deuda: así pues, en 1930 (Plan Young), esa ingente obligación de pago quedó formalmente reducida a la mitad (112.000 millones). Entre 1931 y 1932, y dada la situación de la economía mundial, EE.UU. decide condonar las deudas de guerra a Francia y Reino Unido, quienes, a su vez, renuncian como acreedores a buena parte de la deuda alemana (Moratoria Hoover y Negociaciones de Lausanne). Resumiendo, en 1932, Alemania consiguió una reducción neta de más del 98% de las deudas a las que le obligaba haber puesto en marcha la I Guerra Mundial, y en 1939, cuando pone en marcha la segunda, la Alemania de Hitler suspende unilateralmente todos los pagos, incluido el de este 2%.
- Acabada la II Guerra Mundial, la historia se repite: Alemania es condenada a pagar cuantiosísimas indemnizaciones de guerra, pero, en el célebre Tratado de Londres (1953), los EE.UU., deseosos de convertir a la nueva Alemania federal en un pilar de la OTAN frente al bloque soviético, consiguen "convencer" a 20 países –entre ellos Grecia– para que accedan a una condonación "de facto" de todas las deudas alemanas derivadas de la Gran Guerra. Sin embargo, este extraordinario tratamiento de favor –y las favorables políticas extranjeras para que el país "perdedor" recuperase pronto el superávit comercial– no fueron obstáculo para que Alemania siguiera reclamándole a una Grecia invadida, expoliada por sus tropas y con un millón de muertos... todas las deudas anteriores a la guerra desde 1881. No fue obstáculo para que, en 1964 -y con la ayuda de Georgios Papandreou (abuelo) y Kostas Mitsotakis–, Alemania consiguiera el reconocimiento de esas deudas por parte del gobierno griego, engrosadas además con una altísima prima de riesgo. Y tampoco fue obstáculo para que, en 1990 –cuando la unificación de Alemania obligaba a revisar los términos del Tratado de Londres y a retomar el pago de las indemnizaciones congeladas en virtud del mismo–, la Alemania de Kohl se negase nuevamente a pagar la mayor parte de esa "vieja deuda" y países como Grecia siguieran sin encontrar justicia.
No nos engañemos con falsas lecciones de moral: el llamado "milagro" de la economía alemana se basa primordialmente en el impago reiterado de sus deudas por indemnizaciones de guerra. Y digo, primordialmente, porque deberíamos referir también, como cimientos del "milagro", la prosperidad adquirida por la explotación del trabajo forzado en 78 campos de concentración por colosos económicos como Krupp, Thyssen, Volkswagen o I.G. Farben. Padre este último de gigantescas multinacionales como Bayer, Agfa o Aventis, que siguen dando muestras de buenas prácticas en el mundo globalizado de hoy (como también Neuman, Siemens, SLC Germany GmbH, etc.
Más allá de las hipocresías, la pregunta es la misma de siempre: ¿quién debe a quién?