Vamos a aclarar brevemente un pequeño pero fundamental concepto. Como todos sabéis, la prensa democrática se arroga para sí la titularidad o el monopolio de la “libertad de expresión”. Paralelamente no se cansa de recordarnos una y otra vez lo "independiente" que es. Sin embargo, todos los medios de comunicación democráticos, al ser parte del entramado económico del capitalismo sionista, no son más que una estafa informativa, desde Tele-5 a los telechatarreros de Intereconomía. La prensa no informa, VENDE información, que es algo MUY distinto. Esta es la base del sistema democrático, ya que para los poderes fácticos que lo controlan entre bambalinas, la información no es más que mera mercancía que utiliza para legitimar sus inconfesables intenciones.
No desvelamos ningún secreto si afirmamos que la corrupta y judaizante prensa española, mosaico de rivalidades superficiales unida por lazos de sangre a través de una ventajosa endogamia y sobre la que nos iremos ocupado «in extenso» a lo largo de otros hilos, se halla completamente supeditada y es plenamente dependiente del poder financiero y el imperio del dinero (bancos, cajas de ahorro, fondos de inversión, publicidad, etc).
Esta relación entre “libertad de expresión” y dominación financiera hay que entenderla muy bien, pues es la clave de su voluntad por imponer una única visión del mundo y de legitimar la falacia democrática, es decir la dictadura de los mercados y el capital. El antiguo editor Ignacio Camuñas, uno de los barones orgánicos que compone esa casta político-económica que desde hace décadas —siglos― lleva rigiendo los destinos de nuestra infortunada nación, reconocía esta relación en una entrevista en el portal Vozpopuli (14/01/2013), en un vanidoso ejemplo de honestidad: «Hablemos claro, hoy los grupos periodísticos dependen de la banca». ¡Claro que sí! Y quien paga, manda.
A ello habría que añadir la avasalladora influencia ejercida desde el exterior por determinados grupos privados capitalistas, entre los que sobresalen el trust germano-israelí Bertelsmann y los italianos Rizzoli y Mediaset (Berlusconi), dos grupos masónicos y mafiosos que han estado controlados por los hombres de la siniestra logia P-2 e investigados recientemente por fraude fiscal.
Por lo tanto, la manida «libertad de prensa» ―de «información» o de «expresión»―, según el concepto clásico liberal en boga, no ha existido nunca en la democracia, porque lo que verdaderamente ha existido es la libertad de unos cuantos propietarios de periódicos y empresarios de la comunicación, que, amparados en su poder financiero (y en connivencia, a menudo, con los poderes políticos), han impuesto su censura particular, buscando únicamente su lucro y no el bien común. Dicha «libertad de prensa» solo ha servido para ofuscar la verdad, imponer el chantaje, la coacción, los personalismos partidistas y difundir la calumnia y la mentira, cuando no de justificación y de base a una cantidad inumerable de crímenes que han completado por entronizar el más espantoso y sucio de los totalitarismos: la tiranía del materialismo y el poder del dinero.
Por el contrario, en un estado nacionalsocialista, la prensa sólo sirve de manera exclusiva a los intereses de la comunidad popular, es decir, del pueblo y el estado auténticamente soberano, libre ya de toda atadura de los centros de poder mundialistas y de los lobbys financieros sionistas, que sólo viven del Dinero, no de la Libertad. Sólo entendiendo esta realidad es posible comprender lo que verdaderamente significa «libertad de prensa» en una democracia.
En nuestro país, los grupos de comunicación más sobresalientes, los que monopolizan al mismo tiempo el terreno artístico (cine, literatura, música, etc.) y que aparecen a la cabeza en el ranking de la información, por citar a los de mayor jerarquía, sobresalen Prisa y Mediapro, principales órganos catalizadores de las miserias y podredumbres morales del Sistema, por lo que los hace especialmente peligrosos. Ambos se han convertido en dos peones clave de la industria de la propaganda del Nuevo Orden Mundial.
Aunque toda la prensa española, en general, incluida la inefable «prensa católica», participa de la difusión masiva de las interpretaciones judeo-liberales y judeo-marxistas, debidamente dosificadas. Y cuando digo «medios de comunicación» no me refiero sólo a los periódicos o a la TV que básicamente viven de los anuncios, de la publicidad y de los créditos que les conceden bancos, cajas de ahorro y fondos de inversión. Todo el incalculable poder del "show business", con su influencia avasalladora sobre la imaginación popular, es usado como instrumento en esa guerra de desinformación orquestada por el grupo de poder judío, creando e imponiendo a sucesivas generaciones de espectadores una versión espectacularmente falsa de los acontecimientos. Y a través de los mismos, los representantes de las Doce Tribus, gracias a su privilegio de invisibilidad, alienta la imposición de los estereotipos, la corrección política, la reeducación ideológica, la falsificación de la historia y la subversión cultural, promocionando todo lo enfermo y contrahecho, utilizando para esta finalidad a los artistas más degradados como modelos a imitar y admirar.
