El Caudillo sale a mi encuentro cortés y sonriente. Sería cándido e inútil que yo intentara describir ahora su figura, popularizada en miles de retratos; la sencillez del uniforme, su sonrisa... ¿Pero cómo es el general Franco "por dentro"? Esto es más interesante.
Quien como yo, a costa de encarcelamientos y persecuciones de toda índole, ha luchado seis años en vanguardia de la más implacable oposición a los poderes nefastos que se están barriendo ahora, no puede temer cuando su pluma alaba justamente que nadie le suponga adulador.
Franco es genial como militar e inteligentísimo como político. Sus dotes de mando justifica la frase profética que pronunciara el Mariscal Liautey hace unos años: "Los dos primeros soldados de Europa son Franco y Graciani". Enérgico, pero no impetuoso, de una energía fría metódica y calculadora, la ponderación de nuestro Caudillo nos ha evitado una catástrofe en la guerra, nos conduce con paso firme y seguro a la Victoria y ha sabido aprovechar las mejores coyunturas para asegurarnos un orden y una normalidad de vida verdaderamente milagrosos en nuestra retaguardia tan calumniada.
Sus virtudes son las cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Hablando con él a veces parece un hombre tímido en el trato social, una cierta impresión de frialdad que en algunos momentos producen sus palabras se desvanece pronto en el interlocutor cuando al hablar, por ejemplo, del heroísmo de nuestros soldados la emoción le sube desde el corazón a los ojos, que le brillan entonces de manera inusitada.
Mi general -le digo- ABC va a publicar el día 18 un extraordinario, y el producto íntegro de su venta lo destinaríamos a la suscripción para reconstruir el "Acorazado España" ¿Quiere honrarme con unas declaraciones para este número que saldrá justamente al cumplirse un año del glorioso Alzamiento militar?
El Movimiento Nacional no ha sido nunca una sublevación. Los sublevados eran, y son, ellos: los rojos. Vulnerada la Constitución que ellos mismos hicieron, negados los más elementales derechos de] hombre, comenzando por el de la vida; entregada España entera al dominio de los pistoleros, lanzadas las clases trabajadoras a una cruenta lucha fratricida, el Ejército interpretó el anhelo de la mayoría de los españoles, harto ya de asesinatos, saqueos y arbitrariedades. El Movimiento llegó cuando tenía que llegar: antes hubiera sido imprudente. Al Ejército no le es lícito sublevarse contra un partido ni contra una Constitución, porque no le gusten, pero tiene el deber de levantarse en armas para defender a la Patria cuando está en peligro de muerte.
¿Cuál es, mi general, la actual situación de los frentes de Madrid, con respecto a la que tenían a primero de noviembre?
Madrid es la ciudad sacrificada por los rusos, a quienes, naturalmente, no les importa su destrucción. Allí se han cometido los crímenes y horrores más espantosos de que puede ser capaz la perversión humana.
Otro frente durísimo, insinúo, ha sido el de Asturias, Oviedo...
En una guerra con el extranjero, Oviedo no hubiera sido objetivo en los días en que nos abrimos camino para llegar allí. Pero en Oviedo había miles de españoles, beneméritos, que se defendían y tuvimos que hacer un sacrificio para salvarlos. ¡Teníamos la obligación moral de salvarlos! Puede usted afirmar que las bajas sufridas por los rojos en los infructuosos ataques a Oviedo pasan de 30.000.
¡Treinta mil¡ Repito la cifra en letras para que nadie pueda creer que ha sido un error del linotipista. Y de la Guerra nada más, lector. Si la bondad de su excelencia conmigo hizo añadir algo a lo anteriormente expuesto no es para publicarlo en este ABC de Sevilla que aún siendo tan modesto -se burlan de él cínicamente desde las suntuosas páginas en huecograbado del de Madrid, comparándolo con este, los mismos ladrones que me lo robaron- tiene su difusión en Valencia.
¿Puede decirme algo, mi General, sobre la unificación de los partidos?
Las dos grandes organizaciones que en mayor número han contribuido con sus voluntarios a la guerra, y que más pueden contribuir con su espíritu a la estructuración de la Nueva España, aspiraban a un Estado totalitario, y por eso no se consideraban propiamente partidos, aunque, en realidad, actuaran como tales mientras existieron dentro de la España Nacional diversas ideologías y organizaciones distintas. Es una de las razones que hacían imprescindible la Unificación, que será una inmensa ventaja para organizar el Estado nuevo.
Por otra parte, la coincidencia ideológica entre las dos organizaciones que han sido base para la unión, era ya muy grande antes de que ésta se realizase definitivamente. Existe, además, en España una gran masa neutra, sin encuadrar, de los que no han querido afiliarse jamás a ningún partido. Esa masa, que puede sentirse tímida para unirse a los vencedores, hallará en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS el cauce adecuado para fundirse en la España Nacional.
Al cumplirse un año del Movimiento, ¿no se piensa en estructurar el Estado sobre la base de un Gobierno cuya gestión administrativa descargue de ocupaciones y ocupaciones al Jefe del Estado?
El primer consejo de ministros de la España nacional se constituirá muy pronto. Tenemos grandes pérdidas en hombres inteligentísimos a quienes los rojos han asesinado o que se encuentran presos o escondidos en territorio no liberado aún. Pero gracias a Dios hay en nuestra zona personalidades capaces por su talento, laboriosidad, y honradez, de ayudarme a conducir España ante sus destinos gloriosos.
Antes me hablaba VE de Justicia Social. ¿Podría esbozarme sus proyectos en esa materia y en la económica?
España no estaba retrasada en lo social. Las leyes no eran malas, pero se ejecutaban mal. Los gobernantes solían hacer un arma política de las leyes sociales y provocaban la lucha de clases. ¿Programa del nuevo Estado en materia social? Primero, supresión absoluta de la lucha de clases; desaparición de las huelgas y lock-outs; mantenimiento de la función arbitral, hasta ahora encomendada a los Jurados Mixtos; pronto establecimiento de un Estatuto del Trabajo, que determinará los derechos y deberes de las clases obreras y de los empresarios de la Industria.
En suma: dignificación del trabajo y respeto para la producción. Queremos mejorar las últimas leyes sociales, dentro siempre de los límites y posibilidades de nuestra Economía. Todos los españoles tendrán derecho al trabajo. No hace mucho tiempo hemos publicado un decreto sobre el derecho al trabajo de los presos. Ya está en vigor.
Mi General, sus reiteradas apelaciones al "pasado español", a la España de los Reyes Católicos, a la posibilidad de restaurar en España "el régimen secular que forjó unidad y grandeza" han sido apasionadamente comentadas.
Encierran lo que expresan "literalmente". He hablado, en efecto, de una "posibilidad". Añadiré que esta posibilidad necesariamente ha de estar sujeta a circunstancias de momento y de ambiente. Sobre este tema mis preferencias son conocidas de muy antiguo, pero ahora no cabe pensar más que en terminar la guerra; luego habrá que liquidarla; después construir el Estado sobre bases firmes... Entretanto, yo no puedo ser un poder interino.
Muy interesante, mi General…
Si el momento de la Restauración llegara, la nueva Monarquía tendría que ser, desde luego, muy distinta de la que cayó el 14 de abril de 1931: distinta o diferente en el contenido, y, aunque nos duela a muchos, pero hay que atenerse a la realidad, hasta en la persona que la encarne. Sería, si el momento llega, un nuevo lazo de unión entre el nuevo estilo e ímpetu de las juventudes que están luchando, y las glorias tradicionales de España.
¿Es cierto, mi General, que el Príncipe Don Juan ha escrito no hace mucho a VE (Vuestra Excelencia) solicitando venir a luchar al lado de sus compatriotas?
Exacto. Don Juan de Borbón, de cuyo talento, discreción y simpatía tengo el más alto concepto, ya intentó aproximarse al frente a primeros de agosto, y hubo que rogarle saliera de España por razones fácilmente comprensibles. Posteriormente me ha escrito alegando su carrera de marino, comenzada en España y terminada en Inglaterra. Solicitaba de mí un mando en un barco de guerra, acorde con su graduación, y se comprometía, para evitar posibles conflictos, a no desembarcar nunca ni recibir a bordo ninguna visita. Pero yo no puedo acceder a sus deseos.
Mi responsabilidad es muy grande y tengo el deber de no poner en peligro una vida que algún día puede sernos preciosa. Debe tener en cuenta, además, que actualmente hay dos bandos de españoles en lucha, uno de los cuales está influido por tenebrosos poderes internacionales y esclavizado por el látigo de los rusos. Pero ya los echaremos del todo, y cuando en España no queden más que españoles, si alguna vez en la cumbre del Estado vuelve a haber un Rey, tendría que venir con el carácter de pacificador y no debe contarse en el número de los vencedores.
¿Qué actitud adoptaría el Gobierno Nacional ante una posible negociación de las potencias para repatriar a extranjeros de uno y otro bando?
La España Nacional rechazó, al principio de la guerra, cuantos ofrecimientos se le hicieron de voluntarios extranjeros. Así, a los seis mil irlandeses que ya se ofrecieron entonces, y a muchos millares de camisas negras italianos. Pero cuando, a primeros de noviembre, los rojos presentaron en, el frente de Madrid a más de treinta mil internacionales, que fueron reclutados en Francia y otros países con carteles y ofrecimientos públicos; cuando empezamos a coger prisioneros oficiales franceses y supimos que las hordas enemigas estaban mandadas por generales rusos, ya no hubo razón para que nosotros rechazáramos a los voluntarios que se nos ofrecían. Pero se limitó su número y. les hemos dado únicamente un puesto de honor en la lucha contra el Comunismo internacional.
En la hipótesis de que se acordara la repatriación de estos voluntarios, puede usted estar seguro de que los rojos no dejarían salir de su territorio a los extranjeros que tienen con ellos. Es público y notorio en las cancillerías, que muchos están provistos de una documentación española falsa.
¿Qué relaciones tiene actualmente la España Nacional con el Vaticano?
Oficiosas y cordiales, como corresponde con una nación profundamente católica. Después de los millares de sacerdotes y religiosos asesinados en la zona roja, pudiendo comprobar los sacrilegios y la destrucción de casi todas las iglesias en el territorio donde dicen que domina el Gobierno de Valencia, el Vaticano tenía que como prender el verdadero significado de ésta guerra.
Por mi parte ninguna otra pregunta, mi General. ¿Quiere VE (Vuestra Excelencia) decirme algo más?
Sí. Contestando a sus preguntas y a lo largo de nuestra charla, he elogiado, como se merecían en justicia, a nuestros heroicos soldaditos, a las gloriosas milicias que den su sangre en los frentes y levantan el espíritu de la retaguardia, a los voluntarios extranjeros. Quiero hacer también una mención de la aristocracia española que, quizá como pocas veces en la Historia de España, está cumpliendo ahora su misión de ejemplaridad en forma admirable. Aparte la abnegación y sacrificio de que, en general, da muestras en todos los órdenes, creo que pueden contarse con los dedos las familias de esta clase social que no tengan varios miembros en los frentes. Muchos, muchísimos, encuadrados en el Ejército, en la Falange o en el Requeté, han sabido morir cara al enemigo, mostrándose dignos, descendientes de aquellos varones que, en los campos de Flandes o en las tierras vírgenes de América, ganaron gloria y provecho para España.
Algunas gentes simplistas que encuentran ocasión de criticar a una señora de alcurnia porque la ven sentada en un bar elegante. No piensan que, acaso, ha llegado allí desde el hospital donde cuida los heridos. Al antiguo señorito tan denigrado, y muchas veces justamente, es más difícil criticarlo ahora, porque si se le ve en el bar, suele tener el rostro curtido por el aire del campo de batalla y las manos ásperas de empuñar el fusil, cuando no se apoya en unas muletas. o lleva un brazo en cabestrillo. Y hay que mirarlo con respeto.
El Generalísimo tiene con sus visitantes la cortesía de no ser él quien pone fin a las entrevista. Soy yo el primero que se pone en pie, pero aún seguimos charlando unos momentos.
Le voy a enseñar a usted unas fotografías de Guernica. - dice sonriendo y me muestra unas pruebas magníficas, positivadas en papel satinado, que reproducen las ruinas de una ciudad totalmente destruida por la metralla y la dinamita:casas hundidas, avenidas enteras destrozadas, montones informes de hierros,piedras y maderas.
El entrevistador se manifestó muy impresionado ante la imagen desoladora que ofrecían las fotografías. Satisfecho al comprobar la reacción, Franco intervino y explicó:
-Horrible, sí. A veces, las necesidades de una guerra o de una represión pueden conducir a tales horrores. Esta consideración es una de las razones que me han movido a no utilizar estas fotos que me enviaron hace unos días. Porque, fíjese, usted: no son de Guernica...