I. Perdóname, Teresa
Hoy me ha enviado un audio por Whatsapp Teresa Torres. La conocen como «la abuela de Podemos». Tiene 76 años y es extremeña. Teresa me decía:
Hola, Pablo:
Te deseo felices fiestas. Soy Teresa Torres Peral, «la abuela de Podemos» por mi tierra. Bueno, y eso me da —es que a mi marido lo tengo desesperado con todo esto que está pasando en Podemos— la fuerza para deciros que ¡cómo me gustaría conoceros! ¡Cómo me gustaría poder hablar con Íñigo, con Alberto y con este otro chico anticapitalista que no sé cómo se llama y que me cae bien! Porque es que tenéis un lío que yo no lo comprendo con tanto problema como tenemos en este país. Y no estáis todos a una como en Fuente Ovejuna. Podéis coger lo mejor de cada programa, podéis coger lo que más sentido común tenga entre todos e, indiscutiblemente, Pablo Iglesias el líder. Que no quepa duda. Es el que tiene la fuerza, el que tiene ese poder que de alguna manera el anterior Pablo Iglesias, porque estoy segura de que si Pablo Iglesias —el que fundó el PSOE— estuviera aquí, también sería de Podemos. ¿Vamos a echarlo todo a estropear por esa tontería de «yo quiero estar en primera fila»? Pero, dios mío, ¡en qué país vivimos! Que vosotros que sois nuestra esperanza estáis ahí hablando de tonterías con todo lo que hay de autovías, de pensiones, de tal, y no de este tres cuartos al pregonero que os copian todo lo que decís. Tenéis que ser suspicaces, que yo no lo soy, pero es que vosotros tenéis otra preparación que yo no tengo.
Bueno, pues os deseo felicidades a los cuatro y que os pongáis de acuerdo y quiero conoceros. Quiero ir a Vistalegre, voy a ir en Nochevieja a Leganés. Yo tengo ganas de conoceros para poder hablaros directamente que es como yo estoy bien, que a mí el directo es el que me sale bien.
Bueno, yo no sé si esto llega o no llega. A ver de qué forma me lo haces llegar tú, Pablo, porque es que yo estoy aprendiendo de esta cosa, así que no sé si lo hago bien o lo hago mal. Un beso y un abrazo para todos. Y, por favor, sed honestos, poned todos vuestro granito de arena como lo pongo yo. Que Podemos es mi partido, soy yo, y mi familia.
Un beso.
Después de escucharla me he quedado hecho polvo y le he dicho que no le iba a fallar. Teresa me ha respondido esto:
Eso espero. Confío en ti. Desde que te conocí confiamos en ti, mi marido y yo. Sabemos que eres el que tiene que estar. Pero es que, si no te ayudan los demás y empieza a tirar cada uno por su lado, eso es una jaula de grillos. Y es lo yo quiero hacer ver a los demás. Que no. Esto es más serio.
Y me he decidido a escribiros esta carta.
Es también una forma de decirle a Teresa que me perdone y que nos dé otra oportunidad.
II. Carta a la gente de Podemos
A todos lo que confiasteis en nosotros, como Teresa: perdonadme, sé que os estamos avergonzando.
A todos los que pensasteis que éramos diferentes y ahora lo dudáis, a quienes nos defendisteis en cada discusión en el trabajo o en familia, a quienes no llegabais a fin de mes y, aun así, donasteis cincuenta o cien euros para que hiciéramos una campaña electoral sin pedir un euro a los bancos y ahora nos veis así… perdonadme por haceros pasar esta vergüenza.
A quienes estáis lejos de España y os organizasteis para votar como fuera, a quienes cada día os dejáis horas militando para defender la sanidad y la educación mientras veis a diputados y liberados de Podemos tirarse los trastos a la cabeza, a quienes por primera vez sentisteis que alguien decía las cosas como son y ahora nos veis criticarnos entre nosotros… perdonadme por haceros pasar esta vergüenza.
A quienes saltasteis del sillón cuando os dije «no olvidéis y sonreíd porque sí se puede» y ahora nos veis haciéndonos daño mientras el Gobierno se burla de la gente… perdonadme por haceros pasar esta vergüenza.
A quienes os negasteis a creer todo lo que se decía de nosotros y nos defendisteis frente a la máquina del fango y ahora nos veis dándonos lecciones entre nosotros mismos sobre quién es más ganador, más demócrata, más sincero o más amable, mientras los partidos viejos recuperan su arrogancia y se frotan las manos viéndonos así… perdonadme por haceros pasar esta vergüenza.
A quienes habéis pegado carteles y habéis repartido octavillas, a quienes habéis organizado los Círculos de Podemos, a quienes nunca os llevarán a la televisión… perdonadnos por usar la televisión para desafiarnos los unos a los otros.
Creo que todavía podemos parar esta espiral de torpeza y tengo la obligación de intentarlo. Se lo debo a Teresa y os lo debo a todas y todos, porque para eso me elegisteis.
Sabéis que no soy neutral ni equidistante, ni estoy por encima del bien y del mal, pero vuestra dignidad y la de este proyecto está por encima de cualquier posición política. Es lógico y saludable que en un partido se formen corrientes de opinión, pero desde hace meses no siempre hemos sabido distinguir el debate interno de las lógicas de familias que buscan cuotas de poder. Sé que los compañeros y las compañeras que salieron a defenderme lo hicieron con la mejor intención, que no quisieron callarse más y que quisieron responder a las acusaciones de otros compañeros. Les pido que dejen de hacerlo. Hay algo más importante que responder a acusaciones, aunque se tenga razón. Hay algo mucho más importante que el relato que se impone; algo mucho más importante que la lista que resulte más votada en Vistalegre; algo mucho más importante que quien controle los órganos del partido. Hay algo mucho más importante que el hecho de que yo siga o no al frente de Podemos: la dignidad de quienes confían en nosotros y en que nuestra formación siga siendo un instrumento para cambiar las cosas y mejorar la vida de la gente. Y eso debe estar por encima del secretario general, de los portavoces parlamentarios y de quienes cobren un salario por trabajar en Podemos.
Presumimos siempre de que nuestros debates son públicos y no hemos tenido problemas en hacerlos explícitos en todas partes. Creo que hoy eso se ha vuelto en nuestra contra; seguramente por nuestras propias torpezas. Apenas se nos ve ya hablando de los problemas de la gente porque hemos dejado torpemente que nuestros problemas se conviertan en noticia, como si nuestros problemas importaran más que los problemas de la gente.
Por eso pido a todos los compañeros y a todas las compañeras que son portavoces, y también a quienes sin serlo intervienen con regularidad en los medios, que se contengan y que dejen de hablar de nosotros mismos y de nuestras diferencias internas. Si los medios de comunicación y las redes sociales siguen siendo el escenario donde intentamos lavar nuestros trapos sucios, destruiremos Podemos. Algunos afirmarán que su libertad de decir lo que quieran en la televisión está por encima de cualquier cosa y, por suerte, nadie en Podemos puede callar a nadie. Pero esto no va de callarse, esto va de contenerse y de respetar a quienes nos han traído hasta aquí, a quienes no pueden ir a un plató ni tienen miles de seguidores en Twitter y que, como Teresa, solo pueden lanzarnos un grito de indignación y de desesperación porque les estamos decepcionando.
Os pido perdón porque yo también he cometido algunas veces el error de responder a compañeros que me interpelaban en las redes sociales o en los medios. Os pido perdón porque yo también me he equivocado. Lo que pensábamos que podía ser un debate sano se ha convertido en la mejor arma de nuestros enemigos. Sería humillante que lo que no lograron los poderosos y sus aparatos, lo hiciéramos nosotros.
Es evidente que no todos en Podemos pensamos igual y que el debate es imprescindible. Es evidente que hay diferencias estratégicas sobre cómo afrontar el futuro. Pero yo voy a esforzarme para que lleguemos a acuerdos y para que las diferencias nos enriquezcan y no nos separen. Pero si no lo conseguimos y los inscritos deben elegir entre diferentes proyectos y entre mi lista, la de Íñigo, la de Miguel o las que haya, intentaré que después sigamos caminando juntos y unidos.
Sé que no es fácil, pero se lo debemos a la abuela Teresa, a todas vosotras y a todos vosotros, a nuestros aliados, a la gente de nuestro país que confió en nosotros y también a quienes no lo hicieron. Porque Podemos nació para cambiar las cosas, no para mirarse el ombligo.
Convencido de que aún podemos rectificar, vuestro secretario general os envía un abrazo afectuoso.
Pablo Iglesias