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¿Qué fue de los 'jóvenes talibanes' convergentes?
La generación de nuevos políticos radicalizados que hace dos décadas ultimaba su asalto a CDC y a la Generalitat ha protagonizado un estrepitoso final




ALEJANDRO TERCERO

01.12.2019


En noviembre de 1998, La Vanguardia alertaba del desembarco de una nueva generación de políticos en puestos de alta responsabilidad de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y de la Generalitat que destacaban por su radicalismo nacionalista.


La mayoría de aquellos “jóvenes talibanes” --como los calificó el periodista Jordi Juan recogiendo el sobrenombre con el que se referían a ellos los dirigentes más veteranos de la formación-- ha protagonizado la vida política catalana de los últimos años. Pero su caída ha sido más estrepitosa que su fulgurante ascenso: varios de ellos han terminado en la cárcel, otros han sido inhabilitados y algunos han desaparecido de la primera línea mediática tras protagonizar todo tipo de escándalos.


“Como estudiantes afganos del Corán”
Oriol Pujol Ferrusola, Francesc Homs, Josep Rull, Joaquim Forn, Damià Calvet, David Madí, Xavier Martorell, Carles Llorens, Marc Puig, Jordi Rodó, Jordi Martí Galbis y Jordi Torrents eran la docena de treintañeros que hace 21 años parecían llamados a hacerse con las riendas del poder en Cataluña.


La vieja guardia convergente los tildaba de “talibanes” por “el fundamentalismo nacionalista del que hacen gala, como si fueran estudiantes afganos del Corán”, y apostaban por Artur Mas como su “candidato preferido para suceder algún día a Jordi Pujol al frente de CDC”, señalaba el diario del Grupo Godó. Años después, sus planes se hicieron realidad y alcanzaron el poder en el partido y en la Generalitat, pero aquel radicalismo también fue su perdición.

Artículo de 'La Vanguardia' de 1998 en el que alerta de la llegada de "los jóvenes talibanes de CDC" / LA VANGUARDIA
Oriol Pujol y el 'caso de las ITV'
El más aventajado de aquellos “jóvenes talibanes” era Oriol Pujol Ferrusola, hijo del entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y líder del denominado pinyol (hueso, en catalán), el núcleo duro del grupo. Tras ascender hasta hacerse con la secretaría general de CDC con Mas como presidente del partido, Oriol Pujol se vio salpicado en 2012 por un caso de corrupción relacionado con la concesión de estaciones de ITV. En 2014 dimitió de todos sus cargos y en 2018 fue condenado a dos años y medio de cárcel por tráfico de influencias, cohecho y falsedad en documento mercantil.


Oriol Pujol solo ha pasado dos meses en prisión gracias a las maniobras de la Generalitat para --primero-- concederle el tercer grado y --después, y en contra del criterio de la fiscalía-- aplicarle uno de los artículos más flexibles del reglamento de régimen penitenciario. Aún así, su carrera política parece irreflotable.


Rull, cabecilla del ‘procés’
Josep Rull fue uno de los líderes del procés independentista que naufragó en otoño de 2017. En el momento del referéndum independentista ilegal y de la declaración unilateral de independencia (DUI), Rull era consejero de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat (un puesto al que había llegado tras una trayectoria que incluyó la secretaría general de la JNC --las juventudes de CDC--, un asiento de concejal en Terrassa, un escaño en el Parlament y la secretaría general de CDC).


Rull fue condenado en octubre a 10 años y 6 meses de prisión e inhabilitación absoluta por sedición y malversación. Lleva dos años en la cárcel y su futuro político no es esperanzador.


Forn, jefe de los Mossos el 1-O
Joaquim Forn fue uno de los promotores de la reivindicación independentista Freedom for Catalonia durante la inauguración del Estadio Olímpico de Barcelona en 1989. Posteriormente fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona hasta que en julio de 2017 fue nombrado consejero de Interior --tras la salida de Jordi Jané--, pocos meses antes de la fase final del procés.


En octubre pasado, también fue condenado a 10 años y 6 meses de prisión e inhabilitación absoluta por sedición y malversación. Era el máximo responsable de los Mossos d’Esquadra durante el referéndum ilegal del 1-O y la DUI. Lleva dos años en la cárcel y su carrera política ha terminado.


Homs, inhabilitado por el 9N
Francesc Homs inició su participación en política muy joven, en la Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya (FNEC). Una vez en CDC, ascendió hasta la ejecutiva nacional, ocupó el cargo de jefe de gabinete del consejero de Gobernación Xavier Pomés y fue ponente del Estatut de 2006. Fue diputado en el Parlament y en el Congreso.


Con la victoria de CiU en las autonómicas de 2010, fue nombrado portavoz del Govern y, dos años después, consejero de la Presidencia. En marzo de 2017 --entonces era diputado en el Congreso-- fue inhabilitado por un año y un mes por su responsabilidad en la consulta independentista ilegal del 9N de 2014. Dejó todos los cargos de partido y retomó su vida profesional fuera de la política.





Artículo de 'La Vanguardia' de 1998 en el que alerta de la llegada de "los jóvenes talibanes de CDC" / LA VANGUARDIA
Madí, derrotado por Homs
David Madí era uno de los “jóvenes talibanes” más prometedores de CDC. Perteneciente a una adinerada familia de la burguesía catalana, fue jefe de gabinete de Mas en la Consejería de Economía con solo 25 años.


En 2003 tuvo que dimitir como jefe de gabinete del consejero jefe --a la sazón, Artur Mas-- por la presunta manipulación de las encuestas electorales del Govern, pero se recolocó como responsable de estrategia de CDC. Dirigió las campañas electorales que llevaron a CiU a ganar las autonómicas de 2010 y elevaron a Mas a la presidencia de la Generalitat --protagonizando nuevas polémicas, como el documental ConfidencialCAT--. Inmediatamente después, y tras un enfrentamiento con Homs del que resultó derrotado, abandonó la primera línea política y se dedicó a la asesoría empresarial (en Deloitte, Endesa, Applus, Telefónica y Aigües de Catalunya), aunque siempre ha sido uno de los consejeros personales más cercanos de Artur Mas y es uno de los impulsores de la Crida Nacional per la República, vinculada al huido expresidente autonómico Carles Puigdemont.


El espía Martorell
Xavier Martorell fue director general de los Mossos d’Esquadra entre 1996 y 2004, director de seguridad del FC Barcelona entre 2008 y 2011, y director general de Servicios Penitenciarios de la Generalitat en 2013.


Sin embargo, su brillante carrera --estaba llamado a dirigir el futuro CNI catalán-- saltó por los aires al resultar salpicado por un caso de espionaje político vinculado a la agencia de detectives Método 3. Presuntamente, espió a varios correligionarios de CDC y de UDC y se vio obligado a volver al ámbito privado.


Los fracasos de Puig y Llorens
Marc Puig empezó en el área de comunicación de Ferrocarrils de la Generalitat y alcanzó la secretaría de Comunicación del Govern en 2003. Posteriormente estuvo en el consejo de administración de la CCMA y fue director de Comunicación y Atención Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona. Su progresión se vio empañada al verse vinculado al caso Palau, de financiación ilegal de CDC, y volvió al ámbito privado.


Carles Llorens fue director del Institut de Formació de CDC, delegado del Govern en Girona y secretario de Relaciones Internacionales del partido. Su deficiente gestión de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo le obligó a salir por la puerta trasera en 2014.


Martí, Torrents y Rodó, irrelevantes
Jordi Martí Galbis llegó a ser jefe de gabinete del consejero de Presidencia con Xavier Trias y era uno de los jóvenes que apuntaban un futuro más brillante. Pero tras pasar por el Parlament y por el Consejo Comarcal de Barcelona, se ha estancado como concejal del Ayuntamiento de Barcelona en JxCat, que únicamente cuenta con cinco regidores.


Jordi Torrents empezó en el gabinete de estudios del Departamento de Presidencia de la Generalitat. Llegó a ser jefe de la Oficina de Relaciones Institucionales de la Consejería de Justicia, con Germà Gordó. Ahora es asesor de deportes de la Diputación de Barcelona. Por su parte, Jordi Rodó, con solo 27 años ya era secretario de política municipal de CDC y después ocupó el cargo de director del Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible de la Presidencia de la Generalitat y asesor del Departamento de Medio Ambiente. Posteriormente, se refugió en una consultora privada.


Calvet, el único superviviente
De todos los “jóvenes talibanes”, Damià Calvet es el mejor situado políticamente en la actualidad, pues es consejero de Territorio y Sostenibilidad del Govern de Quim Torra.


Tras empezar como jefe de gabinete del Departamento de Política Territorial y Obras Públicas, y como concejal de Vilanova i la Geltrú, fue director general de Arquitectura y Vivienda (2001-2004) y secretario de Territorio y Movilidad (2011-2013). Entre 2013 y 2018 fue director del Instituto Catalán del Suelo, hasta que fue nombrado consejero. Es uno de los candidatos que ha sonado para liderar el futuro del nacionalismo catalán conservador tras la etapa Puigdemont-Torra.


De Roca a Esteve
Uno de los veteranos dirigentes de CDC que en aquellos años advirtió la deriva radical de los “jóvenes talibanes” es Josep López de Lerma. El entonces diputado de CiU en el Congreso alertó a Jordi Pujol sobre esa nueva generación de cargos que subía con fuerza, pero el president desoyó sus recomendaciones.


“La juventudes del partido fueron siempre más radicales que la dirección, como suelen ser las bases de todos los partidos. Mientras Miquel Roca fue secretario general, se reunía con los jóvenes y los apaciguaba desde un punto de vista pragmático, del por qué y para qué hacemos las cosas, en la línea transversal del catalanismo político”, explica López de Lerma a Crónica Global. “A partir de Roca llegó un tránsito con Pere Esteve. Fue la etapa de transición hacia la radicalidad”, añade.


Alejados de la realidad
López de Lerma recuerda que aconsejó a Pujol que las nuevas generaciones deberían formarse en la política local “para tener un cambio generacional apacible” y no como altos cargos de la Generalitat, como estaba ocurriendo, muy alejados de la realidad de la política.


Finalmente, Mas alcanzó el poder “con la bendición de Jordi Pujol” pero también “aupado por estos jóvenes talibanes”, especialmente por Oriol Pujol. “Aquellos jóvenes no tenían ni idea de lo que es un Estado. Y llegado un momento dijeron: ¿España? España es una mierda. El Estado es cartón-piedra. Nosotros podemos con él. A por él”, concluye López de Lerma.


“Ambiciosos, ignorantes e irresponsables”
Otro exdirigente de CDC, Ignasi Guardans, también es muy crítico con aquellos “jóvenes talibanes”. “Artur Mas, uno de los principales responsables de todos los daños actuales, quiso asegurar su poder apoyándose en una nueva generación de dirigentes frívolos, ambiciosos, muy ignorantes e irresponsables. Eran falsos patriotas que actuaban sin el mínimo sentido de Estado ni conciencia social, a los que Mas les dio todo el poder durante un tiempo”, explicaba en una reciente entrevista con Crónica Global.


Según Guardans, aquellos jóvenes “decidieron jugar con fuego, poniendo en riesgo el bienestar personal y colectivo de millones de personas”. “Hace poco pensé en ellos y en Artur Mas cuando vi Chernobil, esa serie de televisión extraordinaria. Igual que los responsables de la central, decidieron experimentar sin medir las consecuencias. Y a veces cobardemente, escondiéndose detrás de terceros. Y ¡boom!. Y aquí estamos”, sentencia.


“No estaban preparados”
Para Alfons López Tena, consejero nacional de CDC en los años 90, el ascenso de aquellos “jóvenes talibanes” a la sala de máquinas del partido se debe al “vacío” que se creó en la formación nacionalista tras la pérdida de poder en 2003. “Los que ya venían de generaciones anteriores se buscaron la vida fuera del partido y se hizo un vacío alrededor de Mas que contó con los que estaban disponibles, estos jóvenes que estaban muy bien posicionados en la corte, en el aparato”, explica a este medio.


“Estos jóvenes no estaban preparados. Estaban preparados para la corte. Fueron amamantados allí. Muy bien posicionados en la administración. Para el ecosistema de la corte de Sant Jaume eran perfectos. Pero para el mundo real, nada de nada. Ni para la independencia ni para nada. Fue la primera generación criada en el Kremlin”, concluye.